YO Y MI SOMBRA
Por cierto,
si te fueras
me quedaría solo
y no habría en el
mundo soledad más completa.
Lo digo porque temo
que llegues a cansarte
de ser como yo soy
o que tal vez
descubras
que vamos a pasar
sobre nuevos abismos
y entonces te dé miedo
de aquí en adelante
seguirme la carrera.
Atrás,
tú bien lo sabes,
queda un largo camino
que has andado conmigo
como mi inseparable
compañera,
has leído mis libros,
has bebido mi vino,
has comido en mi mesa;
en fin,
has hecho innumerables
cosas mías
como esta de pasarte
mis noches
escribiendo poemas.
A veces se me ocurre
que bien pudo gustarte
tener algotra vida,
por ejemplo, ser
blanca,
hacer cosas distintas,
oír música suave
y no andar alelada al
son de mis tambores
desde que eras
pequeña,
volverte contra mí,
ser anticomunista,
o por tu cuenta ir
cuando yo, en cambio,
ya estaba de regreso;
pero no,
si hasta en mis malos
ratos
siempre estuvo,
flaca,
comprometida,
al lado de mis culpas,
tu leal inocencia.
Definitivamente,
tú vales mucho más de
lo que pesas.
Sombra mía,
sopórtame,
no me falles jamás,
yo soy tu cuerpo.
De De ahora en
adelante: En primera persona (1993)
POEMA CON PÁJARO ROJO
Ya está de nuevo aquí
el pájaro de fuego
que viene por las tardes cuando escribo
y se queda conmigo por poemas enteros,
gorjeo tras gorjeo,
palabra tras palabra
Yo contemplo en silencio su afable llamarada
cuando con devoción anida entre mis versos
y permanece quieto
mirándome,
mirándome,
como queriendo ver si también tengo alas.
De De boca en boca (2005)
RECUERDOS DE LAS VIDAS QUE TODAVÍA NO VIVO
Lo que en verdad importa
es que aquí estemos todos
y que, a partir de todos,
los padres de mis padres,
los padres de los padres de mis padres,
y así por ese rumbo remoto al infinito,
hasta los más remotos de mis tatarabuelos
hayan salido a mí
y que conserven fresco,
patente
y vivo mi recuerdo;
lo mismo que los hijos de mis hijos,
los hijos de los hijos de mis hijos,
y así en lo sucesivo
en el otro infinito de los tataranietos,
cada uno, desde ahora, ya haya recibido
lo que tengo también de todos ellos.
Una memoria eterna
permanece en vigilia entre mis infinitos
en comunión conmigo,
en un solo desvelo,
esperando el pasado,
recordando el futuro
y ejercitando el incesante rito
de unir a tiempo en mí los dos extremos.
De De ahora en adelante (1993)
LOS QUIÑONEZ, SU CASA Y YO
Los Quiñónez vivían en la esquina del barrio,
muy cerca de nosotros,
más o menos a un grito de mi abuela,
que es lo mismo decir a tres o cuatro vuelos
de las incandescentes mariposas
que caían del sol
o les crecían a los matorrales de bledos en las calles.
Tenían una casa de hacía unos cuantos árboles
que, amartelada y hasta con el mismo apellido,
también vivía con ellos,
y año tras año
la repintaban de un color inmenso,
muchísimo más grande que la casa.
Después de tanto tiempo,
ahora ya no están;
mas parece verdad que el tiempo vuela
y que todos han muerto
tan solo de la noche a la mañana,
como si fuera de una sola muerte,
y de esa misma muerte
se haya muerto la casa.
De De boca en boca ( 2005)