Antonio Preciado Bedoya


(Esmeraldas, 1941). Licenciado en Política y Economía. Rector de Universidad y catedrático; embajador extraordinario y plenipotenciario del Ecuador ante la Unesco, en París; ministro de Cultura de la República del Ecuador 2007-2008; actualmente es embajador del Ecuador en Nicaragua. Ha participado en encuentros, festivales y congresos en países de Europa, África, Estados Unidos, Centroamérica, Las Antillas y Sudamérica. 

Figura en infinidad de antologías y ha publicado, entre otros: Jolgorio (1961), Este hombre y su planeta (1965, primer premio Concurso Nacional de Poesía Ismael Pérez Pazmiño), Más acá de los muertos (1969), Tal como somos (1969), De sol a sol (1979), De ahora en adelante (1993), De boca en boca (2005), además de dos discos compactos con poesía en propia voz. 


 

YO Y MI SOMBRA

 

Por cierto,

si te fueras

me quedaría solo

y no habría en el mundo soledad más completa.

Lo digo porque temo

que llegues a cansarte de ser como yo soy

o que tal vez descubras

que vamos a pasar sobre nuevos abismos

y entonces te dé miedo

de aquí en adelante

seguirme la carrera.

Atrás,

tú bien lo sabes,

queda un largo camino

que has andado conmigo

como mi inseparable compañera,

has leído mis libros,

has bebido mi vino,

has comido en mi mesa;

en fin,

has hecho innumerables cosas mías

como esta de pasarte mis noches

escribiendo poemas.

A veces se me ocurre

que bien pudo gustarte tener algotra vida,

por ejemplo, ser blanca,

hacer cosas distintas,

oír música suave

y no andar alelada al son de mis tambores

desde que eras pequeña,

volverte contra mí,

ser anticomunista,

o por tu cuenta ir

cuando yo, en cambio, ya estaba de regreso;

pero no,

si hasta en mis malos ratos

siempre estuvo,

flaca,

comprometida,

al lado de mis culpas,

tu leal inocencia.

Definitivamente,

tú vales mucho más de lo que pesas.

Sombra mía,

sopórtame,

no me falles jamás,

yo soy tu cuerpo.


De De ahora en adelante: En primera persona (1993)

 

POEMA CON PÁJARO ROJO

 
Ya está de nuevo aquí
el pájaro de fuego
que viene por las tardes cuando escribo
y se queda conmigo por poemas enteros,
gorjeo tras gorjeo,
palabra tras palabra
Yo contemplo en silencio su afable llamarada
                cuando con devoción anida entre mis versos
y permanece quieto
mirándome,
mirándome,
como queriendo ver si también tengo alas.
 
                                                                                                                             De De boca en boca (2005)


RECUERDOS DE LAS VIDAS QUE TODAVÍA NO VIVO
 
Lo que en verdad importa
es que aquí estemos todos
y que, a partir de todos,
los padres de mis padres,
los padres de los padres de mis padres,
y así por ese rumbo remoto al infinito,
hasta los más remotos de mis tatarabuelos
hayan salido a mí
y que conserven fresco,
patente
y vivo mi recuerdo;
lo mismo que los hijos de mis hijos,
los hijos de los hijos de mis hijos,
y así en lo sucesivo
en el otro infinito de los tataranietos,
cada uno, desde ahora, ya haya recibido
lo que tengo también de todos ellos.
 
Una memoria eterna
permanece en vigilia entre mis infinitos
en comunión conmigo,
en un solo desvelo,
esperando el pasado,
recordando el futuro
y ejercitando el incesante rito
de unir a tiempo en mí los dos extremos.
 
 
De De ahora en adelante (1993)
 
 

LOS QUIÑONEZ, SU CASA Y YO
 
 
Los Quiñónez vivían en la esquina del barrio,
muy cerca de nosotros,
más o menos a un grito de mi abuela,
que es lo mismo decir a tres o cuatro vuelos
de las incandescentes mariposas
que caían del sol
o les crecían a los matorrales de bledos en las calles.
 
Tenían una casa de hacía unos cuantos árboles
que, amartelada y hasta con el mismo apellido,
también vivía con ellos,
y año tras año
la repintaban de un color inmenso,
muchísimo más grande que la casa.
 
Después de tanto tiempo,
ahora ya no están;
mas parece verdad que el tiempo vuela
y que todos han muerto
tan solo de la noche a la mañana,
como si fuera de una sola muerte,
y de esa misma muerte
se haya muerto la casa.
 
De De boca en boca ( 2005)