Rolando Revagliatti 

Poemas de Viene junto con

Diez poemas de Rolando Revagliatti de su libro Viene junto con

 


 

En algo hay que creer

 

 

¿En transpirar la camiseta?

¿En la insobornabilidad de mis delegados?

¿En un lecho clásico, de rosas?

¿En los ajustes de cuentas?

¿En el más acá?

¿En la supremacía de los recalcitrantes?

¿En los valores perdurables?

¿En lo que subyace, en lo que subsume?

¿En el expansionismo?

¿En lo que

               viene-junto-con?

 

 

*

 

Yo sí que tengo algo grosso con la noche

 

 

La noche me encima

      me compele

la noche me vigila

 

¿Qué atribuyo a esa vigilancia?

¿Y qué vulnera?

¿Consigue vulnerar por un reclamo ínsito?

¿Dónde se formaliza el reclamo?

¿Es firmado e impartido por quién?

¿Hay un sello?

 

Está sellada

mi vigilancia

del vigilante.

 

*

 

 

Ninguneo

 

 

              “No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,

                 ninguna con tu piel ni con tu voz”
                                             Homero Manzi                                 

 

 

No habrá ninguneo igual, no habrá ninguneo

ninguneo con mi piel ni con mi voz

 

Y hasta donde se sabe

este aire tanguero me lo banca

en su indolencia

 

la testaferro del encono.

 

*

Soporte

 

 

Inevitablemente

me mantuve cerca

cuando

inevitablemente

te dejaba sin mí

haciendo lo tuyo

compartiendo conmigo

los alcances disímiles

de tus

repercusiones

 

Al sórdido que complacías en mí

o al que

          en sesgo tangencial

desnaturalizabas

o al que

           aniquilándome

exponías

no hubieras podido sustraerte

 

Te dejé sin mí

con mi emputecida

compañía:

ausente, si padre

burócrata, si marido

odioso, si hermano

 

Apéndice

            soportaste

que yo fuera tu soporte

continental.

 

*

Adiós al amigo

 

 

                         (23.8.2004 en “La Anguila Lánguida”)

 

 

Nos estamos despidiendo

probablemente

para siempre

 

Tuve el gusto de haberte conocido

y el disgusto de haberte conocido

 

tanto.

 

*

¿Por qué maté?

 

 

¿Por qué maté a la araña?

 

Yo recogía hojas

de sauce

en la terraza

y las introducía

(¿por qué maté a la araña?)

en una bolsa

plástica

 

¿Por qué maté a la araña

—agachado—

en esa fresca y soleada

mañana de sábado?

Maté sin pensar, sin respaldar

mi intrascendente pisotón

 

¿Por qué maté a la araña?

¿Por qué incluí a un caracolito

en la bolsa plástica

sin destinarle

una mirada responsable?

¿No era que yo amaba

a los

     caracolitos?

 

¿Por qué

            si esa mañana

            fresca

            de otoño

            yo andaba optimista

            chispeante

maté

a la araña?

¿Qué bicho me picó?

 

¿Por qué diantres maté

a la minúscula araña

                                 que ni araña sería

                                 ya que lucía (creo)

                                 alillas transparentes

                                 pero eso sí (creo)

                                largas patas

                                 las que configuraron

                                 en el fogonazo

                                 del instante

                                 a esa araña

que aplastó

mi aborrecible

derecha

zapatilla?

 

 

*

 

 

Angurria

 

 

De mi menú de pecados

                                    angurria

tú eres quien mejor me humilla

 

(Reúnense

              en este presto “humilla”

los eficientes matones Mortifica

Entristece & Liquida)

 

Angurria, tú, la más peor de todas para mí

desde antes todavía de tragar

de esta tarta de coco

un último bocado.

 

 

*

 

Espectador

 

 

Con indolencia subtitularon

Es todo lo que tengo

en lugar del literal

Es todo lo que me ha quedado

 

y me he quedado

subtitulado

con lo que tengo.

 

 

*

 

 

Borde

 

 

Con la que inexorablemente

arreará con nosotros

me topé muchas veces

 

espantándonos

                     siempre

en un borde.

 

 

*

 

 

 


“Esplín en el corazón”

 

 

           “en lo mejor de mi vida

      dejándome el alma herida

            y esplín en el corazón”

                    Pascual Contursi

 

 

En lo mejor de mi vida

anímica

intelectual

sentimental

el alma herida

 

Despiadada me da la luz en las pizzerías

piadosa me da la luz en el cabaret

bondadoso se deja paladear el budín de espinacas

hanse desterrados de mi boca los incomparables cubanitos

Tal la tangibilidad de la decadencia

la recia

la cómica

La iluminación de las pizzerías me despoja

y me provee la del cabaret

 

En lo mejor de mi vida

el alma herida.