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Luis Benítez | Pablo Dema

Acerca del ensayo Historia de laPoesía Argentina. De Luis de Tejeda al siglo XX

 

Por elProf. Lic. Pablo Dema [1]

Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina

 

Historiade la poesía argentina. De Luis de Tejeda al siglo XX,de Luis Benítez. Córdoba, Argentina. Editorial Buena Vista, Colección Agalma(Dir. Alejandro Schmidt), 227 páginas.

 

 

Una brújula para encontrar un mapa o las coordenadas parallegar a la casa de un guía muy particular, algo así podría ser esta reseña. Lacausa es que la Historia de la poesía argentina que propone Luis Benítez  se anuncia como una “guía” (en laIntroducción del libro) y como un “esbozo muy general y aproximado al fenómeno”[2]de la poesía argentina (en la Coda) pero es un instrumento de observación alque haríamos bien en historizar a su vez ya que su lente, lejos de sertransparente, está confeccionada con el misma material que describe. Un acápiteinicial echa por tierra la posibilidad de un descriptivismo neutral. La cita encuestión recupera un comentario de Javier Magistris que denuncia la existenciade una historia “hegemónica” de la poesía argentina, la cual silencia y excluyevoces no oficializadas. Ya estamos preparados, por lo tanto, para leer untrabajo crítico destinado a brindar una visión alternativa que habilitevoces poéticas marginadas. Hay que tener en cuenta, además, que ese propósitono es formulado por un académico sino por un poeta que pronto define conclaridad su perspectiva, fuertemente marcada por su pertenencia generacional(la de los poetas emergentes alrededor de 1980). Hechas estas salvedadespreliminares y antes de ver en qué términos funciona la tensión entre historiahegemónica y alternativa de la poesía argentina,  cumplamos con el rito de seguir los capítulosde esta historia propuesta, la cual tiene, por supuesto, un origen preciso perobastante remoto.

                Justamente, la primera elecciónque hace Benítez a la hora de historizar la poesía nacional es  separarla de la fundación jurídica del Estadoy unirla al devenir de la historia cultural e idiomática de la Nación, privilegiandola cuestión territorial. Así, en el siglo XVI tendríamos ya a algunos“precursores” de la poesía argentina en autores como Luis Miranda de Villafañey Martín del Barco Centenera (nacidos fuera del territorio de la futuraRepública Argentina) y en el siglo XVII al fundador de una poesía“protonacional” argentina en la figura de Luis de Tejeda, nacido en Córdoba en1604. Hay un consenso en considerar al autor de El peregrino en Babiloniacomo nuestro primer poeta y también lo hay en relación con el hecho de quenuestras letras estuvieron regidas inicialmente por los modelos españoles: elinflujo de las figuras dominantes del Siglo de Oro durante la época virreinalprimero y, seguidamente, las formas neoclásicas que rigieron las produccionesdel siglo XVIII y principios del XIX atadas temáticamente a las vicisitudespolíticas, de las que nuestro Himno nacional es ejemplo privilegiado.

                Seguidamente, en los concisos yordenados capítulos que se suceden, Benítez repasa, apoyándose en estudios yantologías que ya son clásicas, los períodos de la historia cultural y poéticaargentina: la generación del ‘37 y la incorporación del Romanticismo en el Ríode la Plata, la gauchesca (con su raíz popular y el antecedente de los cielitospatrióticos) y el Modernismo. Para referirse a la figura de Leopoldo Lugonescomo representante principal de esa corriente en Argentina, Benítez tiene quereponer la trayectoria del nicaragüense Rubén Darío y describir el complejoinflujo de los parnasianos y los simbolistas franceses sobre su obra paramostrar cómo es que por primera vez un movimiento poético americano influyósobre la poesía española. Esta operación deja en evidencia uno de los supuestosno enunciados del libro: la condición de posibilidad de la historización de ungénero en las fronteras de un país requiere su puesta en relación con lo queuna autora llamó la “República mundial de la letras” [3], cuestión que vuelve aquedar de manifiesto en los sucesivos capítulos en lo que Benítez describe elasentamiento de las vanguardias en el Río de la Plata. La palabra asentamientobusca reflejar la idea de que se trató de un fenómeno progresivo, primeropreparado por una temprana visita de Vicente Huidobro en 1916 (el chilenopresentó su manifiesto Creacionista en el Ateneo Hispano-Argentino) y despuéscon el regreso a Argentina de Borges en 1923, luego de su periplo europeo y,particularmente, de la adopción de los lineamientos del Ultraísmo. A partir deeste punto se ralentiza la narración del desarrollo de la poesía argentina y losdatos se tornan más abigarrados. En líneas generales Benítez hace lugarequilibradamente a la doble causalidad que motiva la evolución literaria,articula los hechos sociopolíticos con el fenómeno literario-poético poniendoatención a factores explicativos como la existencia de grupos y formacionesculturales, revistas literarias y editoriales, y apoyándose en la no pocoproblemática noción de “generación”, a menudo más o menos asimilada a la de“década”. Así, como reacción a las propuestas de los autores agrupados en losgrupos de Boedo y Florida (1920-1930), surge la generación del ‘40,neorromántica y reactiva al vanguardismo previo. La del ‘50 constituye un nuevoimpulso vanguardista, abierto esta vez no solo a Europa sino a la tradiciónanglosajona. La generación del ‘60, marcada por la etiqueta uniformizante del“compromiso” es presentada en su complejidad y heterogeneidad por Benítez y ladel ‘70 aparece como una “bisagra” hacia los ‘80 en un contexto de disgregaciónsocial y represión. La generación que lo tiene a Benítez como uno de susprotagonistas está reflejada a través de las principales revistas del momento (Xul,Último Reino y Diario de poesía) y de sendas antologías deAlejandro Elissagaray y Daniel Fara que recogen la producción del momento enlíneas estéticas como neobarrocos, experimentales, objetivistas, neorrománticos(se retoma el imaginario y los referentes alemanes que alimentaron también alos románticos del ‘40) e independientes.

                Los capítulos que se ordenan conun criterio cronológico (períodos de una década de duración) se alternan conotros que incorporan un criterio geográfico-provincial: “Santiago del Estero,1924: nace el Movimiento La Brasa”, “Tucumán, década de 1940: surge el grupo LaCarpa”, “La Rioja, 1952: aparece el grupo Calíbar”, “Jujuy, diciembre de 1955:la revista y el movimiento poético Tarja”, “1983: En la Patagonia, surge elgrupo Coirón”, “Mendoza, 1990: El grupo Las Malas Lenguas”. De estos grupos senos brinda una reseña de su creación, objetivos y principales animadores. Lapresencia de estos capítulos también nos permite inferir otro supuesto:convencionalmente, lo que se presenta como la historia de un género en un paísqueda acotado a las expresiones metropolitanas (Capital Federal, Rosario, talvez Bahía Blanca para el caso de Argentina). Acaso en este sentido es que hayque leer también las palabras iniciales de Javier Magistris que refieren a unahistoria “hegemónica” y a las voces silenciadas. Reseñar la existencia degrupos provinciales es un gesto contrahegemónico, en línea con la política dela revista La Guacha (dirigida por Claudio Lo Menzo y el mencionadoMagistris) que reivindica su carácter “federal”, cubriendo periodísticamenteeventos culturales vinculados a la poesía en todo el país. El listado final demás de 1.300 nombres de poetas argentinos sería parte de esta voluntad de darvisibilidad a escritores no conocidos. Sobre estas dos operaciones cabenalgunas preguntas: ¿se articulan de algún modo estos movimientos poéticosprovinciales entre sí? ¿son autónomos, tienen con la Capital una relación dedependencia?, ¿evidencian “atraso cultural” o constituyen estéticas dejerarquía e incluso de avanzada? Por otro parte, es difícil inferir un criteriode selección para estos grupos. ¿Por qué tal grupo en tal provincia en unmomento dado y no otros? Por qué no habrá, por ejemplo, una reseña sobre elgrupo nucleado en torno a Laurel: hojas de poesía, El lagrimaltrifurca o “Los poetas del Aire”. No podemos saber si el autor no losconoce, si no los considera relevantes o si considera que están representadospor los nombres que están en el apéndice. Y sobre el listado de los nombres (elcorte temporal está dado por la publicación de al menos un libro de poesíaantes de 2000), ¿no sería bueno indicar la procedencia provincial/regional,puesto que ese dato parece ser importante para cubrir la producción poética deArgentina? 

               Estos interrogantes, habilitadospor una invitación que el autor hace explícita en la Coda, no hacen más queapuntar a una cuestión de fondo: la de las enormes dificultades metodológicas yla inevitable impronta política de toda tarea histórica. A menudo (y pormomentos el libro de Benítez no es la excepción) la narración de una historialiteraria se hace sobre la base de lo que pareciera ser una realidad existentesin poner de relieve que esa realidad es el producto de una construcciónposible solo gracias a complejas y drásticas operaciones de exclusión,selección y jerarquización. Como señaló Stephen Greenblatt, “el objeto de atención histórica [en este caso lapoesía argentina] es mucho más difícil de enfocar que las relaciones que eseobjeto implica y mantiene” ya que “la palabra literatura tiene unaválvula de escape incorporada; si su significado estuviera fijado, sipermaneciera quieto o permitiera que su historia se escribiera apropiadamenteno serviría con tanto éxito a su función social, que es demarcar divisiones yfacilitar la adjudicación de jurisdicciones” [4].Precisamente porque lo literario es un terreno de disputas es que el libro deLuis Benítez se va cargando de un tono polémico a medida que se acerca alpresente y a su generación, y llega a la confrontación explícita con el puntode vista de la crítica que durante la década de 1990 definió un canon estético(el llamado “objetivismo”) sobre todo a través de las páginas de la principalrevista de poesía de la década, Diario de poesía. Aquí vemos que no esposible hacer una simple guía de la poesía argentina, sobre todo cuandoreconocemos que hay que decidir primero qué es poesía y qué no lo es (el nombrede Liliana Ancalao, por decir algo, nos puede hacer preguntar si lo queescriben, o lo que recitan, o lo que cantan los mapuches es parte o no de la“poesía argentina”) y después qué parte de la poesía merece pasar a la historiay cuál no. En ese sentido, sería oportuno volver sobre una distinción que detan conocida a menudo se vuelve invisible: “La separación estanca entre lacrítica literaria y la historia literaria debe ser denunciada como una trampa,como todas las polaridades que minan los estudios literarios, pero no pararenunciar tanto a la una como a la otra. Al contrario, para manejar una y otracon conocimiento de causa”[5]. Esta advertencia nos invita a asumir abiertamente nuestros compromisosestéticos y políticos, sin dramatismos pero sin real o fingida inocencia. La(“buena”) poesía (argentina) no puede ser otra cosa que el producto opinionesencontradas, sería un error apelar a las buenas intenciones o a una supuestaneutralidad a la hora de participar de la construcción, preservación ytransmisión de ese objeto cultural. Lo único que podemos hacer es construirnuestros argumentos de la mejor manera posible. En ese sentido, el libro deLuis Benítez es una referencia insoslayable.
 


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[1] Pablo Dema (Córdoba, Argentina, 1979). Escritor, editor y profesor de literatura en la Universidad Nacional de Río Cuarto, Provincia de Córdoba, Argentina. Es codirector de la Editorial Cartografías junto a José Di Marco. Algunos de sus libros publicados son Si nada permaneceHoteles, La canción de las máquinas, (cuentos) y Filos (poesía). 

[2] Desde ya decimos que este objetivo se cumple con creces. Como se nos dice en una nota, este libro es la ampliación de una “Breve historia de la poesía argentina” publicada en Rumania por PIM Editura en 2015. El libro funciona como una excelente introducción a la poesía argentina para cualquier lector extranjero.

Referencias bibliográficas

[3] CASANOVA, P. (2001). La República mundial de las letras. Editorial Anagrama, Barcelona.

[4] VVAA (2005). ¿Qué es la historia literaria? en Teorías de la historia literaria. Arco Libros, p.103, Madrid.

[5] CAMPAGNON, A. (2015). Historia literaria y crítica literaria en El demonio de la teoría. Editorial Acantilado, p. 241-244, Barcelona.